Avís important

Amb motiu de la refundació de la JCC (Joventut Comunista de Catalunya), fruit del procés d'unitat juvenil comunista protagonitzat per CJC-Joventut Comunista (Col·lectius de Joves Comunistes - Joventut Comunista) i JC (Joves Comunistes), així com per d'altres sectors i persones que es reclamen de l'ideal comunista, aquesta pàgina queda definitivament tancada.

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El 25 de Abril era una tradición familiar. Con mi abuelo en la memoria, seguíamos cada año los mismos ritos: mi madre compraba claveles por la mañana y marchábamos en dirección a la manifestación que bajaba la Avenida da Liberdade, siempre abarrotada de gente.
Para la generación de Abril, la de mis padres, la revolución de los claveles significó la posibilidad de un mundo nuevo, una redención que haría que la historia no volviera a repetirse. Fue la inmovilización de una idea que podría, quizás, construir una historia nueva.
Actualmente, cada 25 de Abril se sigue llenando la Avenida. Lo más fácil sería pensar que es simplemente un día de celebración nacional, otra tradición. Pero esa es la convicción de los que actúan al servicio de la pasividad, que sirve para clausurar la historia en la eterna repetición de lo mismo, inmutable e injusta. En realidad, el 25 de Abril es la señal inequívoca de que la historia no pudo redimirse, sino que camina acelerada hacia algún abismo y que los que la sufren no se conforman con ello.
La conmemoración de la revolución Abril siempre ha sido el espejo de su país y hoy es el reflejo de un país disuelto en una austeridad asfixiante, de un gobierno conservador y pasivo ante el creciente desespero de los que piden su ayuda.

La tradición sirve para colmar la flaca memoria de la historia: por eso la Avenida da Liberdade insiste en llenarse de gente año tras año, y mi madre en comprar claveles y mi padre en bajar la Avenida. Puesto que todos somos dueños de una memoria desordenada, la pervivencia simbólica del espíritu de Abril nos debería bastar para mirar con recelo el presente, un presente que parece ser de nuevo el retorno de lo que nunca se marchó realmente.

25 de Abril sempre.

Joana Videira Alvarez

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